volver a nacer

Sentido del sufrimiento y del dolor. El valor positivo de la enfermedad

Archive for the ‘Opus Dei’ Category

Tienen siete hijos y…adoptan un niño Sídrome de Down

Posted by jorgellop en noviembre 7, 2012

Somos Luis y María. Estamos casados desde hace veintitrés años y tenemos ocho hijos. Somos supernumerarios del Opus Dei también desde hace muchos años. Tenemos una familia numerosa y hace unos años pensábamos que ya no iban a venir más niños a casa.

Me llegó un correo electrónico de una amiga. Era la típica cadena de correos electrónicos que a ella le había llegado de alguien; y a ese alguien de alguien… Al final, la cuestión es que la Comunidad de Madrid había pedido ayuda a la Fundación Síndrome de Down de Madrid, para encontrar una familia para un niño con síndrome de Down, que los padres habrían dejado en adopción en el momento que había nacido en el hospital.

Pensaron que ellos podrían ser esas personas.

Fuimos a casa y lo comentamos en el comedor entre todos. Para nuestra sorpresa, hubo opiniones muy diferentes: los que estaban a favor y los que decían: ¿Os habéis vuelto locos? ¿Pero si somos siete? 

 Opus Dei -

El día que llegó Josemaría fue una fiesta. Al día siguiente, estaban las fotos colgadas en la clase del colegio de las niñas. Lo conocía todo el mundo. Fue muy especial.

Te ayuda mucho a centrar las cosas importantes. Esos días que estábamos en la espera de Josemaría te entran todos los miedos. Yo me imagino que son muy similares a los de unos padres que se enteran de que van a tener un niño con síndrome de Down: el miedo a lo que va a pasar en el futuro, el miedo a lo que va a ser de ese niño, la preocupación por el día que faltes… Todas esas cosas que te planteas, de repente las pones en su sitio y dices: ¡Vamos a ver! Josemaría es el octavo y llega a una casa donde ya hay siete hijos y ¿qué he querido yo para estos siete?. ¿Y que quiero yo para estos siete que no le vaya a poder dar a Josemaría?, que es la posibilidad de ser muy feliz y de ser hijo de Dios. Y al final dices: ¡Eso se puede conseguir!. A lo mejor otras cosas no están a nuestro alcance.

 

Al poco tiempo surgieron algunos problemas gordos en casa. Me diagnosticaron una enfermedad hematológica grave, una leucemia. Aquello fue una cosa dura. Yo estaba en el hospital sin pelo –quiero decir, con menos pelo-, con la quimioterapia… Y cada vez que venía Josemaría era una inyección de alegría.

Aquí en casa, los niños también lo decían: mamá, ¿te imaginas cómo habría sido este año si no hubiéramos tenido a Josemaría? Te puedes plantear cómo te puede pasar esto ahora y luego te das cuenta de que realmente Josemaría ha sido el bálsamo todos en estos meses sin ninguna duda.  Tiene la capacidad de sacar lo mejor de cada uno en casa. Eso es una realidad.

FUENTE: http://www.opusdei.es

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Uno de los hombres más pólemicos del siglo XX

Posted by jorgellop en octubre 11, 2012

Muy bueno, muy bueno…

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La medalla del «gorrilla»

Posted by jorgellop en septiembre 27, 2012

Todos los días paso por una calle valenciana muy concurrida que termina en el Hospital Clínico. Allí me encuentro con Juan, un gorrilla que es como se llaman aquí a los aparca-coches. Con frecuencia me paro y me cuenta su vida.

El martes pasado, me presentó a un colega suyo, David, nigeriano. Estuvimos un rato hablando de los años que lleva en España y de que no puede volver a su país.

Estábamos charlando los tres cuando me fijé en la medalla que llevaba David.  Era la misma de la fotografía. Realmente asombrado, le pregunté.

-¿Tu sabes quién es el de la medalla?  ¿Conoces el Opus Dei?

No sabía nada de nada.

Juan, metía cizaña diciendo:

-Pero como tu que eres musulmán llevas eso…

-Que soy cristiano y esto ¿es bueno?

-Sí es muy bueno.

Intenté enterarme como la había conseguido y sólo pude conocer que se la había regalado una chica.

No paró de hacerme varias veces la pregunta:

-Pero ¿es bueno?

Me despedí con la seguridad que llevar esa medalla de S. Josemaría le concedería más de un favor.

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Conversión en la cárcel

Posted by jorgellop en septiembre 21, 2012

Son muchos los que entran en este blog por «una oración entre barrotes». Ayer me llegó este testimonio. He intentado reducirlo, pero no he podido cortarlo porque es muy bueno.

Tenía 29 años y llevaba dos en prisión a causa de un delito. Por aquel entonces, veía a Dios muy lejos de mi vida. Le veía a Él en el cielo y a mí en la tierra. Lo único que tenía claro era que existía.

 

No sabía nada de San Josemaría Escrivá, hasta que una Religiosa de las Hijas de la Caridad me trajo un libro llamado Amigos de Dios. Después de leer dicho libro, puedo decir que, ahora sí sé que Dios no sólo está en el cielo y en la tierra, sino que también  está dentro de mí.

 

En mi infancia recibí una buena educación católica pero en la adolescencia mis amigos me decían: “Dios no existe, qué tontería, hay que progresar, hay que modernizarse…”.

 

Y yo me dejaba llevar… A veces es bueno que venga alguien y te hable claro, y a mí, San Josemaría me habló a través de ese libro.

 

Me di cuenta de lo lejos de mi vida que había dejado al Señor y de cuánto le había defraudado. Ahí empecé a entender que Dios no es un número de socorro para llamar en caso de emergencia; descubrí que hay que quererle en las buenas y en las malas, y hay que tenerle siempre al lado, porque sin Él, no se puede hacer nada. Gracias a ese libro empecé un camino que hasta hoy no me he arrepentido de tomar.

 

Empecé a leerme todos los libros de San Josemaría y se los prestaba a mis compañeros de la cárcel, ¡que no me los devolvían!

Al pasar la cruz de la JMJ por la prisión, algo fuerte me sacudió el corazón y nació un sueño, un proyecto maravilloso: traer a mi hermana, que vivía en mi país, a la JMJ de Madrid y participar con ella. Yo trabajaba en la lavandería de prisión y ganaba muy poco dinero, pero ahorrándolo podía empezar a planteármelo seriamente.

 

Por aquel entonces mi hermana tenía 20 años, estudiaba en la Universidad y no contaba con los recursos económicos para poder venir. Mi familia se rompió hace seis años: mi padre abandonó a mi madre y las dejó, a ella y a mi hermana, prácticamente desahuciadas. Mi hermana, es cierto, estudia gracias a mi padre, pero con muchos esfuerzos.

 

Con esta ilusión, puse toda mi esperanza en el Señor y, después de un año de privarme de hasta lo más mínimo, logré reunir el dinero y enviárselo. Así, ella pudo inscribirse en la JMJ con la delegación oficial de la Conferencia Episcopal de mi país.

 

Cuando parecía que el sueño empezaba a hacerse realidad, a mí me denegaron el permiso para asistir a la JMJ. Llevaba cumplidos 4 años de una condena de 6, me quedaban 3 meses para obtener la libertad condicional, e inexplicablemente, la prisión, sabiendo que mi hermana venía y que yo había reunido el dinero con mucho sacrificio, me denegó los permisos sin razón alguna.

 

A dos meses de la JMJ estaba que me tiraba de los pelos; había escrito cartas al director de la prisión, al juez, a la Fuerza de Vigilancia Penitenciaria… les explicaba mi situación y la ilusión que me hacía vivir la JMJ con mi hermana, después de 4 años sin verla y sin ver a nadie de mi familia, ya que en España no tengo a nadie. No recibía respuesta y ya empezaba a perder la esperanza. Veía la JMJ a la vuelta de la esquina y estaba a punto de darme por vencido. En ese momento, mi hermana empezó una novena a San Josemaría, 9 días de mortificación, oración y recogimiento, pidiéndole que me dieran ese permiso que tanto necesitaba.

 

Ya me había hecho a la idea de que sólo mi hermana estaría en Madrid en agosto; para mí eso era lo más importante. Sin embargo, no dejaba de sentir por dentro la impotencia de que, a pesar de tanto esfuerzo, de tantas privaciones, no iba a poder acompañarla y que tendría que conformarme con verla dos horas tras un cristal. Tanto viaje para verla así.

 

Entonces, sucedió el milagro: el día después de que mi hermana terminara la novena, el décimo día, me llegó la resolución de la Fuerza, en donde resolvía autorizarme a salir los seis días de la JMJ para ir a Madrid y reencontrarme con ella.

JMJ 2011: El Papa llega a Cuatro Vientos para la Misa de Clausura entre la multitud

No podía creerlo, pero por fin llegó la fecha de la JMJ y volví a ver a mi hermana. El momento culmen de esa semana fue el encuentro de los jóvenes con el Papa en Cuatro Vientos. Aquella noche decidí no hacer esperar más al Señor; decidí entregarle mi vida, vivir sólo para Él. Vivir en santidad, santificar mi trabajo, mis estudios, que empiezo a retomarlos; y santificar mi vida y la de los demás.

 

San Josemaría me ha enseñado a vivir: ese hombre me hizo reaccionar y le debo mucho de lo que soy. Él me formó espiritualmente y me ayudó a limpiarme por dentro, a perdonar, a pedir perdón, a perdonarme a mí mismo, y me enseñó que Jesús es realmente nuestro amigo, nuestro Padre, y que nos ama más que nadie. Antes de conocerle yo no tenía nada, no era nada. Ahora soy feliz y mi vida, gracias a Él, por fin tiene sentido.

Ahora que ya he cumplido mi condena, he vuelto a mi tierra distinto de como entré a la prisión; y todo gracias a Dios, que tomó mi vida para reconstruirla de nuevo. Ahora que le he entregado mi vida me estoy preparando para, si Dios quiere, acceder al seminario.

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No es bueno que Dios esté solo

Posted by jorgellop en abril 17, 2012

Fue mi madre la primera que me habló del programa No es bueno que Dios esté solo. Se lo encontró en Intereconomía el domingo pasado buscando otro programa y se quedó viéndolo porque le parecío muy bueno.

El tema es bien sencillo: entrevista a distintos personajes para que hablen de Dios y de su fe.

El primer entrevistado fue Santi Rodriguez, el popular frutero de 7 vidas que comentó, entre otras cosas,  que la educación religiosa que le dieron sus padres le fue muy útil «para mantener los pies en la tierra» cuando le llegó la fama, porque ésta es «muy engañina».

 La primera vez que dijo públicamente que era católico fue en el IV Simposio sobre San Josemaría Escrivá de Balaguer: «Mis padres pertenecen a la Obra. Yo no, pero pensé que había que salir del armario. No se trata de vanagloriarnos o de alardear, pero ¿por qué callarnos?».

 Le cayeron chuzos de punta por aquella intervención, pero confiesa su admiración por el fundador del Opus Dei: «Yo no oigo más que palabras buenas de ese señor. Y ¿qué decía? Que hagas el bien, que seas humilde y que trabajes hasta reventar».

 No le importa el qué dirán: «Yo hago mi vida para mí, mi mujer y mi hija. ¿Por qué los católicos no podemos decir que lo somos? ¿Qué hay de malo en ello?».

 La realidad es que le ha costado incomprensiones y algunos reproches, desde «Santi, no te pega» a «No me digas eso que me caías muy bien». Él, sin embargo, juega «con la sorpresa» para hacer apostolado: «Muchos no se imaginan que sea católico».

 «¡Y eso que soy todo lo que hoy no se lleva! Católico, del Atleti, llevo con mi mujer muchos años… ¡y encima con esta cara, ya flipas!». Aunque también ha estado alejado de Dios en algunas fases de su vida: «Y como he estado en ambos lados, tengo poder de comparación».

Cuelgo un vídeo que pienso recoge esa entrevista.

 

 

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