volver a nacer

Sentido del sufrimiento y del dolor. El valor positivo de la enfermedad

Archive for marzo 2010

Muerte digna

Posted by jorgellop en marzo 22, 2010

Hace unos días leí esta carta al director.

 El Parlamento andaluz ha aprobado una ley sobre «la muerte digna»…

¿Quién no quiere una muerte digna? Yo, sí. Yo quiero, si llegase la ocasión, que me atendiera un médico en el momento en que se presentase el problema, no después de una lista de espera de 5 ó 6 meses que haga irreversible el problema.

Yo quiero, si llegase la ocasión, tener una atención hospitalaria digna, no en un pasillo, ni en una habitación atiborrada de familiares, ni míos ni del otro paciente con el que tienes que compartir la habitación. Familiares que suplen a las enfermeras y auxiliares, que no son suficientes para atender a los pacientes que tienen asignados.

Yo quiero, si llegase la ocasión, que el Estado me ayudase a mí o a mi familia a sobrellevar mi minusvalía.

Nada de esto, a pesar de haber oído en varias elecciones que se iba a acabar con las listas de espera y que habría una habitación por paciente en la sanidad andaluza, o de la tan aplaudida ley de dependencia, que no ha servido para nada, por falta de dinero.

¿Nadie se plantea que los legisladores están para hacer más fácil la vida, no para acabar con ella?

 

Angela Díaz Alonso

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Resumen de la carta de Benedicto XVI a los católicos irlandeses. El Papa expresa su consternación ante los abusos sexuales de jóvenes por parte de representantes de la Iglesia.

Posted by jorgellop en marzo 21, 2010

He procurado abreviar este documento por la falta de tiempo que tenemos. Es un atrevimiento. Lo mejor es una lectura completa del texto para apreciar el dolor del Papa y de tantas personas ante estos abusos, lo que se ha realizado antes y después para evitarlos,en definitiva,  la petición de perdón.

Creo que cuando desde tantos sitios se intenta instrumentalizar, atacando a la Iglesia, por los males realmente cometidos, un católico debe leer y meditar estas palabras. Servirán tanto para su piedad personal como para su propia formación.

Es normal que estos temas estén en boca de muchas personas, pero también es normal argumentar, dar razones que abren espacios no solamente los cierran con una descripción de unos hechos negativos.

Sea esta una ocasión para rezar más por las intenciones y la persona de Benedicto XVI.

(…)

Estoy profundamente consternado por las noticias concernientes al abuso de niños y jóvenes indefensos por parte de miembros de la Iglesia en Irlanda, especialmente sacerdotes y religiosos. Comparto la desazón y el sentimiento de traición que muchos de vosotros experimentaron al enterarse de esos actos pecaminosos y criminales y del modo en que fueron afrontados por las autoridades de la Iglesia en Irlanda.

(…)

Estoy seguro de que, como resultado (de las reuniones tenidas en Roma), los obispos están ahora en una posición más fuerte para continuar la tarea de reparar las injusticias del pasado y de abordar cuestiones más amplias relacionadas con el abuso de los niños de manera conforme con las exigencias de la justicia y las enseñanzas del Evangelio.

(…)

He decidido escribir esta carta pastoral para expresaros mi cercanía, y proponeros un camino de curación, renovación y reparación.

Es verdad, como han observado muchas personas en vuestro país, que el problema de abuso de menores no es específico de Irlanda o de la Iglesia. Sin embargo, la tarea que tenéis ahora por delante es la de hacer frente al problema de los abusos ocurridos dentro de la comunidad católica de Irlanda y de hacerlo con coraje y determinación.

(…)

Al mismo tiempo, debo también expresar mi convicción de que para recuperarse de esta dolorosa herida, la Iglesia en Irlanda, debe reconocer en primer lugar ante Dios y ante los demás, los graves pecados cometidos contra niños indefensos.

(…)

Mientras os enfrentáis a los retos de este momento, os pido que recordéis la «roca de la que fuisteis tallados» (Isaías 51, 1). Reflexionad sobre la generosa y a menudo heroica contribución ofrecida a la Iglesia y a la humanidad por generaciones de hombres y mujeres irlandeses, y haced que de esa reflexión brote el impulso para un honesto examen de conciencia personal y para un sólido programa de renovación de la Iglesia y el individuo.

(…)

A lo largo de la historia, los católicos irlandeses han demostrado ser, tanto en su patria como fuera de ella, una fuerza motriz del bien.

(…)

Las familias y un sinfín de personas que habían conservado la fe en el momento de la prueba se convirtieron en la chispa de un gran renacimiento del catolicismo irlandés en el siglo XIX. La iglesia escolarizaba, especialmente a los pobres, lo que supuso una importante contribución a la sociedad irlandesa. Entre los frutos de las nuevas escuelas católicas se cuenta el aumento de las vocaciones: generaciones de sacerdotes misioneros, hermanas y hermanos, dejaron su patria para servir en todos los continentes, sobre todo en mundo de habla inglesa. Eran excepcionales, no sólo por la vastedad de su número, sino también por la fuerza de la fe y la solidez de su compromiso pastoral. Muchas diócesis, especialmente en África, América y Australia, se han beneficiado de la presencia de clérigos y religiosos irlandeses, que predicaron el Evangelio y fundaron parroquias, escuelas y universidades, clínicas y hospitales, abiertas tanto a los católicos, como al resto de la sociedad, prestando una atención particular a las necesidades de los pobres.

En casi todas las familias irlandesas, ha habido siempre alguien –un hijo o una hija, una tía o un tío– que dieron sus vidas a la Iglesia. Con razón, las familias irlandesas tienen un gran respeto y afecto por sus seres queridos que dedicaron la vida a Cristo, compartiendo el don de la fe con los demás y traduciéndola en acciones sirviendo con amor a Dios y al prójimo.

(…)

Sólo examinando cuidadosamente los numerosos elementos que han dado lugar a la crisis actual es posible efectuar un diagnóstico claro de las causas y encontrar las soluciones eficaces. Ciertamente, entre los factores que han contribuido a ella, podemos enumerar: los procedimientos inadecuados para determinar la idoneidad de los candidatos al sacerdocio y a la vida religiosa, la insuficiente formación humana, moral, intelectual y espiritual en los seminarios y noviciados, la tendencia de la sociedad a favorecer al clero y otras figuras de autoridad y una preocupación fuera de lugar por el buen nombre de la Iglesia y por evitar escándalos cuyo resultado fue la falta de aplicación de las penas canónicas en vigor y de la salvaguardia de la dignidad de cada persona. Es necesaria una acción urgente para contrarrestar estos factores, que han tenido consecuencias tan trágicas para la vida de las víctimas y sus familias y han obscurecido tanto la luz del Evangelio, como no lo habían hecho siglos de persecución.

En varias ocasiones, desde mi elección a la Sede de Pedro, me he encontrado con víctimas de abusos sexuales y estoy dispuesto a seguir haciéndolo en futuro. He hablado con ellos, he escuchado sus historias, he constatado su sufrimiento, he rezado con ellos y por ellos. Anteriormente en mi pontificado, preocupado por abordar esta cuestión, pedí a los obispos de Irlanda, durante la visita ad limina de 2006 que «establecieran la verdad de lo ocurrido en el pasado y tomasen todas las medidas necesarias para evitar que sucediera de nuevo, para asegurar que los principios de justicia sean plenamente respetados y, sobre todo, para curar a las víctimas y a todos los afectados por estos crímenes atroces» (Discurso a los obispos de Irlanda, el 28 de octubre de 2006).

(…)

A las víctimas de abusos y a sus familias

Habéis sufrido inmensamente y me apesadumbra tanto. Sé que nada puede borrar el mal que habéis soportado. Vuestra confianza ha sido traicionada y violada vuestra dignidad. Muchos de vosotros han experimentado que cuando tuvieron el valor suficiente para hablar de lo que les había pasado, nadie quería escucharlos. Aquellos que sufrieron abusos en los internados deben haber sentido que no había manera de escapar de su dolor. Es comprensible que os sea difícil perdonar o reconciliaros con la Iglesia. En su nombre, expreso abiertamente la vergüenza y el remordimiento que sentimos todos. Al mismo tiempo, os pido que no perdáis la esperanza. En la comunión con la Iglesia es donde nos encontramos con la persona de Jesucristo, que fue Él mismo una víctima de la injusticia y el pecado. Como vosotros aún lleva las heridas de su sufrimiento injusto. Él entiende la profundidad de vuestro dolor y la persistencia de su efecto en vuestras vidas y vuestras relaciones con los demás, incluyendo vuestra relación con la Iglesia.

(…)

Al dirigirme a vosotros como un pastor, preocupado por el bienestar de todos los hijos de Dios, os pido humildemente que reflexionéis sobre lo que he dicho. Ruego que, acercándoos a Cristo y participando en la vida de su Iglesia – una Iglesia purificada por la penitencia y renovada en la caridad pastoral – podáis descubrir de nuevo el amor infinito de Cristo por cada uno de vosotros. Estoy seguro de que de esta manera seréis capaces de encontrar reconciliación, profunda curación interior y paz.

A los sacerdotes y religiosos que han abusado de niños

Habéis traicionado la confianza depositada en vosotros por jóvenes inocentes y por sus padres. Debéis responder de ello ante Dios Todopoderoso y ante los tribunales debidamente constituidos. Habéis perdido la estima de la gente de Irlanda y arrojado vergüenza y deshonor sobre vuestros semejantes. Aquellos de vosotros que son sacerdotes han violado la santidad del sacramento del Orden, en el que Cristo mismo se hace presente en nosotros y en nuestras acciones. Junto con el inmenso daño causado a las víctimas, un daño enorme se ha hecho a la Iglesia y a la percepción pública del sacerdocio y de la vida religiosa.

Os exhorto a examinar vuestra conciencia, a asumir la responsabilidad de los pecados que habéis cometido y a expresar con humildad vuestro pesar. El arrepentimiento sincero abre la puerta al perdón de Dios y a la gracia de la verdadera enmienda.

Debéis tratar de expiar personalmente vuestras acciones ofreciendo oraciones y penitencias por aquellos que habéis ofendido. (…)Al mismo tiempo, la justicia de Dios nos llama a dar cuenta de nuestras acciones sin ocultar nada. Admitid abiertamente vuestra culpa, someteos a las exigencias de la justicia, pero no desesperéis de la misericordia de Dios.

A los padres

Os habéis sentido profundamente indignados y conmocionados al conocer los hechos terribles que sucedían en lo que debía haber sido el entorno más seguro para todos. En el mundo de hoy no es fácil construir un hogar y educar a los hijos. Se merecen crecer con seguridad, cariño y amor, con un fuerte sentido de su identidad y su valor. Tienen derecho a ser educados en los auténticos valores morales enraizados en la dignidad de la persona humana, a inspirarse en la verdad de nuestra fe católica y a aprender los patrones de comportamiento y acción que lleven a la sana autoestima y la felicidad duradera. (…) Os aseguro que estoy cerca de vosotros y os ofrezco el apoyo de mis oraciones mientras cumplís vuestras grandes responsabilidades

 

A los niños y jóvenes de Irlanda

(…) Todos estamos escandalizados por los pecados y errores de algunos miembros de la Iglesia, en particular de los que fueron elegidos especialmente para guiar y servir a los jóvenes. Pero es en la Iglesia donde encontraréis a Jesucristo que es el mismo ayer, hoy y siempre (cf. Hb 13, 8). Él os ama y se entregó por vosotros en la cruz. ¡Buscad una relación personal con Él dentro de la comunión de su Iglesia, porque él nunca traicionará vuestra confianza! Sólo Él puede satisfacer vuestros anhelos más profundos y dar pleno sentido a vuestras vidas, orientándolas al servicio de los demás. Mantened vuestra mirada fija en Jesús y su bondad y proteged la llama de la fe en vuestros corazones. Espero en vosotros para que, junto con vuestros hermanos católicos en Irlanda, seáis fieles discípulos de nuestro Señor y aportéis el entusiasmo y el idealismo tan necesarios para la reconstrucción y la renovación de nuestra amada Iglesia.

 

A los sacerdotes y religiosos de Irlanda

Todos nosotros estamos sufriendo las consecuencias de los pecados de nuestros hermanos que han traicionado una obligación sagrada o no han afrontado de forma justa y responsable las denuncias de abusos. A la luz del escándalo y la indignación que estos hechos han causado, no sólo entre los fieles laicos, sino también entre vosotros y vuestras comunidades religiosas, muchos os sentís desanimados e incluso abandonados. Soy también consciente de que a los ojos de algunos aparecéis tachados de culpables por asociación, y de que os consideran como si fuerais de alguna forma responsable de los delitos de los demás. En este tiempo de sufrimiento, quiero dar acto de vuestra dedicación cómo sacerdotes y religiosos y de vuestro apostolado, y os invito a reafirmar vuestra fe en Cristo, vuestro amor por su Iglesia y vuestra confianza en las promesas evangélicas de la redención, el perdón y la renovación interior. De esta manera, podréis demostrar a todos que donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia (cf. Rm 5, 20).

Sé que muchos estáis decepcionados, desconcertados y encolerizados por la manera en que algunos de vuestros superiores abordaron esas cuestiones. Sin embargo, es esencial que cooperéis estrechamente con los que ostentan la autoridad y colaboréis en garantizar que las medidas adoptadas para responder a la crisis sean verdaderamente evangélicas, justas y eficaces. Por encima de todo, os pido que seáis cada vez más claramente hombres y mujeres de oración, que siguen con valentía el camino de la conversión, la purificación y la reconciliación. De esta manera, la Iglesia en Irlanda cobrará nueva vida y vitalidad gracias a vuestro testimonio del poder redentor de Dios que se hace visible en vuestras vidas.

 A mis hermanos, los obispos

No se puede negar que algunos de vosotros y de vuestros predecesores han fracasado, a veces lamentablemente, a la hora de aplicar las normas, codificadas desde hace largo tiempo, del derecho canónico sobre los delitos de abusos de niños. Se han cometido graves errores en la respuesta a las acusaciones. Reconozco que era muy difícil comprender la magnitud y la complejidad del problema, obtener información fiable y tomar decisiones adecuadas en función de los pareceres contradictorios de los expertos. No obstante, hay que reconocer que se cometieron graves errores de juicio y hubo fallos de dirección. Todo esto ha socavado gravemente vuestra credibilidad y eficacia (…)

A todos los fieles de Irlanda

(…)

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, profundamente preocupado por todos vosotros en este momento de dolor, en que la fragilidad de la condición humana se revela tan claramente, os he querido ofrecer palabras de aliento y apoyo. Espero que las aceptéis como un signo de mi cercanía espiritual y de mi confianza en vuestra capacidad para afrontar los retos del momento actual, recurriendo, como fuente de renovada inspiración y fortaleza a las nobles tradiciones de Irlanda de fidelidad al Evangelio, perseverancia en la fe y determinación en la búsqueda de la santidad. En solidaridad con todos vosotros, ruego con insistencia para que, con la gracia de Dios, las heridas inflingidas a tantas personas y familias puedan curarse y para que la Iglesia en Irlanda experimente una época de renacimiento y renovación espiritual

Quisiera proponer, además, algunas medidas concretas para abordar la situación.

 Al final de mi reunión con los obispos de Irlanda, les pedí que la Cuaresma de este año se considerase un tiempo de oración para la efusión de la misericordia de Dios y de los dones de santidad y fortaleza del Espíritu Santo sobre la Iglesia en vuestro país. Ahora os invito a todos a ofrecer durante un año, desde ahora hasta la Pascua de 2011, la penitencia de los viernes para este fin. Os pido que ofrezcáis el ayuno, las oraciones, la lectura de la Sagrada Escritura y las obras de misericordia por la gracia de la curación y la renovación de la Iglesia en Irlanda. Os animo a redescubrir el sacramento de la Reconciliación y a utilizar con más frecuencia el poder transformador de su gracia.

Hay que prestar también especial atención a la adoración eucarística, y en cada diócesis debe haber iglesias o capillas específicamente dedicadas a ello. Pido a las parroquias, seminarios, casas religiosas y monasterios que organicen períodos de adoración eucarística, para que todos tengan la oportunidad de participar. Mediante la oración ferviente ante la presencia real del Señor, podéis cumplir la reparación por los pecados de abusos que han causado tanto daño y al mismo tiempo, implorar la gracia de una fuerza renovada y un sentido más profundo de misión por parte de todos los obispos, sacerdotes, religiosos y fieles.

Estoy seguro de que este programa conducirá a un renacimiento de la Iglesia en Irlanda en la plenitud de la verdad de Dios, porque la verdad nos hace libres (cf. Jn 8, 32).

Además, después de haber rezado y consultado sobre el tema, tengo la intención de convocar una Visita Apostólica en algunas diócesis de Irlanda, así como en los seminarios y congregaciones religiosas. La visita tiene por objeto ayudar a la Iglesia local en su camino de renovación y se establecerá en cooperación con las oficinas competentes de la Curia Romana y de la Conferencia Episcopal Irlandesa. Los detalles serán anunciados en su debido momento.

 

(…)

Desde el Vaticano, 19 de marzo de 2010, Solemnidad de San José,

Benedictus PP XVI

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¿Conoces a Benedicto XVI?

Posted by jorgellop en marzo 20, 2010

Este video realizado por el Colegio Mayor Mendaur de la Universidad de Navarra, nos presenta de una manera original al Papa. Está en inglés. Vale la pena ver como unos universitarios presentan de modo atractivo y novedoso la vida de Benedicto XVI.

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NO SON NOTICIA

Posted by jorgellop en marzo 19, 2010

He pasado dos días en un pueblo de la Rioja. Allí recibí la noticia de la detención del religioso chileno. No quiero juzgarle porque como me decía mi amigo Javier, refiriéndose a otro asunto, el que juzga es el Señor y lo hace después de la muerte.

La noticia dada por la televisión, como suele ocurrir en estos casos, estaba bien adornada de entrevistas, imágenes de la detención, etc.

No quiero que se me entienda mal ni ocultar ni defender este tipo de actuaciones. Pero da la impresión que se va  a la caza y captura de este tipo de noticias. Se intenta generalizar la labor de tantos sacerdotes, religiosos o religiosas con hechos concretos. Se procura reducir, empequeñecer,  hasta despreciar metiendo a todos en un mismo saco. Se olvida tanto bien como realizan esas personas.

En esos días, también he podido conocer en una residencia de Ezcaray a unas religiosas que no son noticias. Ni nunca lo serán. Son cuatro monjas, Hospitalarias de Jesús Nazareno, que cuidan 24 horas como auténticas madres de 39 ancianos.

Entendí rápidamente la razón de tanta dedicación y servicio desinteresado. Cuando me acerqué para preguntar si podía celebrar Misa los dos próximos días me dijeron que tenía que esperar porque estaban en oración en la capilla. La oración, su unión y amor a Cristo es seguro motor de su trabajo con los ancianos.

Viéndolas como escuchaban el sueño que Modesta, una mujer de 98 años, había tenido esa noche; la caricia a otra mujer que estaba impedida; el traslado paciente de una y otra persona a la sala me llevo a pensar que estaban haciendo aquello que posiblemente sus familiares más queridos eran incapaces de hacer.

¿Son noticias estas cuatro buenas monjas? No lo son,  no lo serán nunca. No pueden serlo si no se salen del guión. ¿Qué tendrían que hacer para salir en los telediarios de las tres de la tarde? Las respuestas te las dejo a ti.

Creo que nos vendrían mejor unas dosis de noticias positivas, que enriquezcan la vida. Ejemplos y testimonios de vida.

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Una niña canadiense de 12 años gana un concurso de oratoria hablando del aborto

Posted by jorgellop en marzo 18, 2010

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