Leo esta carta en Alfa y Omega. No tengo tiempo para escribir otra cosa. Así que copio como ha sido publicada.
Soy profesora de Filosofía en Secundaria. Transmito un testimonio de un profesor, cuya identidad omito: P. es un alumno muy listo y trabajador, pero también muy orgulloso. Su profesor de Religión habla con él, a solas, y le reconoce sus cualidades, pero también le muestra este feo defecto, haciéndole ver las graves consecuencias que se seguirían de no corregirlo, la gran satisfacción que sentiría él mismo y los demás al superarlo, y los medios con los que podría lograrlo. El chico reacciona llorando: «Ojalá mis padres me hubieran dicho esto».
María Lourdes Redondo